Informar a un hijo adolescente que uno de sus padres ha sido diagnosticado con cáncer, no es tarea fácil.
Al recibir un diagnóstico oncológico, posiblemente usted busque evitar “hacerlos sufrir” y elija optar por la protección informativa hacia las personas que considera de mayor vulnerabilidad o en condición de dependencia.
No obstante, investigaciones demuestran que ocultar tal información puede ocasionar mayor preocupación, aislamiento, desconfianza y en algunos casos, hasta culpa.
La guía fundamental, planteada por la American Cancer Society, consiste en:
– Decir la verdad de una forma apropiada y adaptada a la edad, de manera que los hijos puedan comprender y prepararse para los cambios.
– Dentro de la información básica que posiblemente requiera, está:
o Nombre del cáncer, en concreto, tal y como es. NO diagnóstico específico, ni detallado.
o La parte del cuerpo donde se encuentra la enfermedad.
o Cómo será el tratamiento: quirúrgico, con medicinas o radioterapia, así como la frecuencia de aplicación y los malestares esperados por el mismo.
o En la medida de lo posible, anticipar los cambios que habrá en sus propias vidas, ejemplo: los días específicos que pudieran estar bajo el cuidado de otras personas; quién se encargará de su alimentación; cómo creen que pueden apoyar durante el tratamiento y si necesitan apoyo adicional (hablar con algún especialista)
– Involucrarlos en algunas tareas durante el proceso de tratamiento. Ejemplo: seleccionar entre todos una peluca o pañoleta, en caso de que el tratamiento genere caída del cabello.
– Participe las fechas de cirugía, tratamiento, consulta médica y otras evaluaciones.
Los adolescentes suelen encontrarse en una etapa de probar la independencia, sus límites, e incluso desafiar ciertas medidas, tendrán preocupaciones y reacciones muy distintas a los hijos de otras edades.