El chequeo urológico anual de Pedro (nombre ficticio), quien desde los 50 se realiza evaluación rutinaria por antecedentes familiares de cáncer; padre de 2 hijos, jubilado, con 65 años de edad y un sinfín de planes para hacer con su familia y pareja actual, se traduce en un diagnóstico maligno a principio de año ¡Cáncer de próstata!
Uno de sus mayores miedos se ha concretado, un huracán de pensamientos y emociones le embargan… “Siempre he sido tan sano, y ahora me enfermo de esto… ¡De esto!”, comenta.
Desde entonces, ha vivido la experiencia de una cirugía, sesiones de radioterapia y un tratamiento hormonal, una pastilla diaria y una inyección mensual, que tendrá que mantener hasta nuevo aviso. Su pronóstico es favorable.
Han sido tantos momentos estresantes, en poco tiempo, todo un desafío a la adaptación de la familia, la pareja y la propia.
Luego de la primera entrevista de psicooncología, está dispuesto a continuar porque: “Necesito herramientas para manejar el terror que me da todo esto… No hablo con nadie al respecto, porque pienso que voy a ser la burla de todos mis amigos.” A raíz del diagnóstico se cuestiona su identidad, al enfrentarse a la enfermedad y sus tratamientos ha tenido efectos en su actividad sexual y repercusiones en la relación de pareja.
Actualmente se ha venido beneficiando de: practicar ejercicios diarios, asesoramiento nutricional, intervención psicooncológica individual, seguida de atención en pareja.
Él mismo ha propuesto si será viable conformar en grupo de apoyo en línea para pacientes de cáncer de próstata, ya que ha visto con gran interés los temas que se han publicado del grupo de pacientes con cáncer de mama.