En este momento estás viendo ¿Qué sabemos del cáncer de páncreas?

En todo el mundo el cáncer de páncreas es la séptima causa de muerte por cáncer, tanto en hombres como en mujeres, según la base de datos GLOBOCAN de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La enfermedad se presenta con muy poca frecuencia antes de los 45 años, pero la incidencia aumenta significativamente a partir de entonces. Durante las últimas décadas se ha observado el incremento progresivo de su incidencia cuyas causas no están del todo claras. Se presume que el envejecimiento poblacional, el aumento en la prevalencia de la obesidad, otros factores de riesgo, tales como el tabaco, la pancreatitis crónica o la diabetes mellitus tipo 2, entre otros, se combinan para explicar el fenómeno. Por otra parte, se estima que entre el 10 y el 15 % de los diagnósticos de cáncer de páncreas pueden atribuirse a causas genéticas. No se conoce aún el gen principal que causa la mayoría de esos casos, pero las mutaciones de la línea germinal en los genes asociados al cáncer de mama,  BRCA 1 y BRCA 2 son mutaciones comúnmente asociadas al cáncer pancreático familiar, especialmente el BRCA 2. Tales hallazgos han sido determinantes para entender mejor la enfermedad.   

La ampliación en la caracterización molecular de la neoplasia es una tendencia sostenida. Es así como ahora se han identificado otros genes frecuentemente mutados: KRAS, CDKN2A, TP53 y SMAD4, así como la se han encontrado dianas moleculares potenciales, tales como translocaciones de ALK, un gen que codifica la producción de una enzima llamada tirosino quinasa, las cuales están presentes hasta en un 1,3 % de los pacientes menores de 50 años, y la expresión de hENT1, una proteína que modula la entrada de gemcitabina a las células y cuya presencia podría predecir la respuesta a ese medicamento, al menos en el contexto adyuvante. 

Otro aspecto, desconocido hasta ahora, ha sido el reconocimiento del impacto del microambiente tumoral, especialmente el del tejido estromal (el entramado o “andamiaje” de un órgano), no sólo como barrera que limita el acceso de los medicamentos al tumor, sino como un freno corporal para la diseminación de la enfermedad. De alguna manera, ese microambiente tumoral hace que el cáncer de páncreas sea un tumor poco inmunogénico, lo que explica por qué no se dispone aún de inmunoterapia específica para la neoplasia. Sólo un subgrupo muy limitado de pacientes, quienes sufren de tumores de páncreas con inestabilidad microsatelital o déficit en los mecanismos de reparación del ADN son actualmente candidatos a inmunoterapia con esperanza significativa de beneficio clínico.

En los últimos años, sin embargo, se han logrado avances importantes. Es así como puede hablarse de una mejoría en las expectativas de los pacientes con cáncer de páncreas, tanto en la enfermedad localizada como en la avanzada: se ha consolidado el tratamiento de primera línea con combinaciones de quimioterapia, en particular los regímenes denominados FOLFIRINOX y nab-paclitaxel + gemcitabina, con los que se ha logrado prolongar un tanto la supervivencia de los enfermos con tumor metastásico.

De forma general, se recomienda:

  • Dieta saludable: un estudio de casos y controles de la cohorte del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los EE. UU. y la Asociación Estadounidense de Jubilados aportó, como dato interesante, que quienes cumplen con una dieta balanceada, saludable, con menor ingesta de grasas, azúcar refinada y bebidas alcohólicas, tuvieron un riesgo significativamente menor de sufrir de cáncer de páncreas.
  • No fumar: en múltiples estudios de grupos de pacientes y de casos-controles, el riesgo relativo de desarrollar cáncer de páncreas entre los fumadores fue de al menos 1,5 veces que el de los no fumadores. El riesgo aumenta con la cantidad de cigarrillos consumidos por unidad de tiempo, y puede ser particularmente alto en fumadores que también tienen deleciones homocigóticas del gen de la enzima glutatión S-transferasa theta 1, la cual suele metabolizar múltiples carcinógenos.
  • Una ingesta alta de alcohol se ha relacionado tanto a inflamación crónica del páncreas (pancreatitis) como a diabetes tipo 2. Ambas afecciones están asociadas a un mayor riesgo de cáncer pancreático.